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 ¡Qué tal Currícula!

 &127;Si están en la Universidad Católica, algo tenían que pagar&127;
                                                                                                                                                       Uno que no es decano. Nueva Currícula en Estudios Generales Letras. Novedad: ya no hay cursos obligatorios, tan sólo áreas obligatorias. Objetivo: una formación más humanista del alumnado. Consecuencia: gente feliz y con mayor sensación de libertad, entendiendo ésta como un buen margen de poder de decisión y no como la libertad de poder  circular por los ya tugurizados pasillos del edificio.

La Comisión Organizadora tuvo el buen tino de diseñar la currícula perfecta para que la pases muy bien y sin atrasarte (claro, siempre y cuando puedas pagar 19 créditos por semestre). Si eres un recién ingresado, lo único que tienes que hacer es elegir cualquiera de los paquetes de horarios ya armados que se te ofrece (eso sí, hay que resignarse a lo que te venga en el paquete escogido, si es que te conceden el que elegiste, además). Y lo que viene luego bien podría ser el paraíso. La misión en los siguientes ciclos será, simplemente, ir cumpliendo con cada área del conocimiento (cada una de éstas abarca cierta cantidad de cursos entre los cuales debes escoger el número de ellos que se te pide).

Prácticamente puede decirse que uno es libre de escoger cualquier curso. Que ya no se te obliga a llevar éste o aquél. Pero esto es sólo un decir.  Porque de Teología nadie está libre. Para empezar, existe un área con ese título y dentro de ella hay unos cinco cursos que no parecen muy entretenidos, a juzgar por los títulos. Creer en Jesucristo hoy, Fe cristiana y dignidad humana, Fe y cultura actual, Papalindo es buena gente y otras perlas así  por el estilo. Claro que la cosa no es tan grave si lo que buscas es terminar de una vez por todas tu paso por ese campo de concentración y hacinamiento (ahora más que nunca) que se llama Estudios Generales Letras. Se me ocurre que, por lo catequésico de los nombrecitos, los podrías pasar  fácilmente si  franeleas un poco al Monseñor en tus exámenes.

Ésta, pues, constituiría la única salvedad a la libertad de elección, lo único inevitable de la nueva currícula. Excepto, claro, para aquellos que  eligieron esas carreras numéricas -nadie se puede explicar por qué todavía se clasifican como &127;Letras&127;- que exigen llevar todas las mates y casi no dejan margen para los electivos.

Y hablando de electivos ¿han notado cómo se han multiplicado?. Hubo tantos de estos conejitos de Dios que por un error la Comisión Organizadora metió a Realidad Social Peruana dentro de esa superpoblada madriguera. Sí, por error. La Comisión pensaba &127;desaparecer&127; el curso. Ni más ni menos. Ironías del destino, un curso que figuraba como obligatorio común, de acuerdo a la antigua currícula, estuvo a punto de extraviarse por  ahí y dar a parar en el rincón de los olvidados, donde ya no podría jamás refrescar la memoria colectiva. Porque ése es el objetivo: un sutil lavado de la memoria colectiva. Un objetivo gubernamental, claro está. Como es sabido, dicho curso trataba de la historia social y política reciente de nuestro país, incluyendo el  mandato de Fujimori.  Precisamente, allí estaba el problema. Al dictador le interesa que se cuente la historia de manera tal que nunca se olvide su &127;providenicial&127; aparición en la escena política. Quiere, seguramente, pasar a la historia como el mesías prometido o algo por el estilo.
Todo régimen totalitario aspira a controlar la historia (¿leyeron 1984 ?) Ahora bien, la pregunta es: ¿cómo diablos una universidad que se proclama &127;autónoma&127; tolera tales injerencias?

Pero, felizmente, algunos hicieron notar la truculencia, y por su protesta insistente ahora tenemos a Realidad Social Peruana compartiendo el área de Ciencias Sociales y Políticas II junto a Derecho y Geografía. Los alumnos están obligados a llevar cuando menos uno de esos tres. Sin embargo, Realidad Social Peruana ya no es más un curso obligatorio: después de todo, &127;álguien&127; salió ganando.
No es casual que sólo hayamos tocado estos dos defectos del engendro de la Comisión Organizadora. Es probable que nos endilguen una paranoia más bien digna del respetable Hildebrandt cuando insinuamos que los tentáculos del SIN alcanzan incluso a  nuestra universidad. De hecho, eso es muy cierto. Pero esta vez no vamos a ocuparnos de este asunto en detalle (además, convencidos estamos de que se trata de una especulación muy popular).

Las imágenes de estas páginas y la indicación de la portada ya permiten atisbar quien está detrás de todo esto. Por eso hablamos del caso de teología. En efecto, el Opus Dei es la mano que mece la cuna. También aquí pensarán en la paranoia. Y creerán que no somos más que simples voceros de la FEPUC. Pero nuestra hipótesis es un poco distinta. O, mejor, un poco más precisa.
Cualquiera sabe de las conexiones del poder eclesiástico -que hace mucho que dejó de ser &127;poder&127;- con el oriental que, por desgracia, nos gobierna. Es más, debemos anotar que el Opus Dei aprueba la salvaje política económica neoliberal. Siempre lo ha hecho. Tradicionalmente, el Opus simpatiza con la extrema derecha y también con el fascismo. Por ejemplo, Cipriani querría, lo ha dicho, que la pena de muerte volviera a regir.  Naturalmente, el Monseñor y Fujimori se llevan de maravillas. ¿O acaso ya se olvidaron de quién introdujo los micrófonos , escondidos en cada rosario, en la residencia tomada del embajador japonés?

Entonces, hablamos de una simbiosis. Tuya y mía. Pa&127; ti , pa&127; mi. A Cipriani no le incomoda en absoluto que el SIN se entrometa en esta universidad. Y Fujimori, a cambio, le permite ciertas potestades que ya hubiera querido Vargas Alzamora.  Contubernio repulsivo.

Esta es la verdadera historia. La historia secreta. Los entretelones de una nueva currícula  sospechosamente marketera. Sospechosamente dulce.  Como la manzana  refulgente del cuento infantil. Mirando desde todos los ángulos parece que hubiera en el ambiente más felicidad que libertad misma. Este sería el espejismo: Niños Salvajes dejados obrar a su libre albedrío movidos bajo la consigna de su mayoría de edad avalada por un pedazo de cartón plastificado. Un Mundo Feliz preconfigurado para preconfigurar, para aniquilar  las sospechas de que siempre hay algo más detrás de todo, de que alguna vez hubo un pasado. Aceptar la paz porque es una palabra bonita a raíz que terminó la guerra. Aceptar a Dios y desde allí partir. Aceptar lo que venga y rechazar lo que ya fue porque solo trae complicaciones en un momento en el que todo funciona a la perfección. Porque si te das cuenta (aunque no creo porque estarás demasiado ocupado con tu feliciad) lo perfecto de la trampa está en que aprovecha tus imperfecciones. Ellos saben que los niños prefieren los caramelos.

                                                              Dra. Lamprea del Estanque y Hookerson.