colectivo x
noviembre, 1999
1. Conductas del mamut
En la entrada de un lugar público un par de agentes de
seguridad les da el paso a ciertas personas y a otras no. El criterio para
decidir quienes entran y quienes no, solo lo saben ellos, los agentes del
orden. Ningún cartel indica que hoy, es noche de socios, sin embargo,
los agentes dicen sin titubear: ”solo entran socios, lo siento, ponte a
un lado patita”. A un lado, las personas que no lograron pasar saben que
algo raro está pasando. Todos empiezan a sospechar que lo de “socio”
es solo una excusa para hacer lo que están haciendo. Según
el aspecto epidérmico y el vestido de las personas que se
acercan al local los agentes toman una decisión: “ella ingresa...
, es socia, la conozco, él también, tú no, lo siento
amigo, no eres socio, no te conozco”. El criterio para el ingreso al local
queda discretamente oculto.
Esto sucedió hace poco tiempo en Lima. La prensa se ocupó
de estas prácticas discriminatorias. La discoteca mamut (era the
edge la discoteca pero la palabra mamut suficientemente sugerente como
para cambiarla), cuyo local se encuentra en una elitista urbanización
limeña, fue el centro de reportajes, denuncias y protestas. El tema
mantuvo ocupada a la opinión pública y era mayoritario
el rechazo a estas prácticas.
La discriminación contra los negros (cuando existe) puede
ser señalada claramente, hay una sensibilidad cultivada y difundida
por algunos programas de televisión. La de los agentes en la puerta
de ingreso a la discoteca mamut era de otro tipo, y se dirigía contra
un grupo social más diverso, más difusa en los límites
de su público objetivo. Su presencia velada y murmurante, como la
personalidad de las tapadas limeñas, la convierte en una versión
peruana de la discriminación practicada no solo en el nocturno acceso
al mamut. Cuando los reporteros increpaban a los agentes su conducta, estos
respondían como si les sorprendiera que alguien no entendiera cuales
eran sus motivaciones. Ellos solo hacían cumplir las reglas sociales
que todos los peruanos conocen y que de vez en cuando practican, unos más,
otros menos. Esto se puede ilustrar con ese conocido dicho de la oligarquía
peruana: “cada persona debe darse su lugar”, sin embargo, esto ilustra
pero no da nuevas luces sobre el fenómeno. Este carácter
difuso - de las motivaciones internas – complicaba la discusión,
además de permitir su libre presencia en todos los espacios sociales.
No se sabía muy bien como tratar este problema en los informativos.
No se tenía una descripción sencilla y didáctica de
estas prácticas, de esta clase de discriminación. No se contaba
con los elementos de un discurso a partir de los cuales, nuevas opiniones
se pudieran desarrollar.
El caso de la discoteca mamut es representativo. La relación
de la discoteca con sus potenciales clientes representa el paradigma de
una conducta que es el remanente de una etapa colonial de desarrollo social.
Esa conducta contamina toda la ciudad. Y la universidad, a pesar de sus
guachimanes y el largo muro de ladrillos que la rodea, no permanece ajena
a este peligro. La calle y su problemática la invade sistemáticamente.
Todavía no se han puesto obstáculos para impedir que los
hijos de la calle puedan pasar el examen de ingreso y se muevan, con todo
su universo de migrante, en el interior del cuartel académico. A
pesar de ser una de las universidades más tolerantes del Perú,
no puede evitar que esta conducta se desarrolle en sus espacios. Hay una
expresión mamut en nuestros pasillos. ¿De qué manera
se han transmutado los principios que rigen este pensamiento en los ambientes
universitarios?, ¿hay alguna manera de evitar su negativa difusión?
Ciertas experiencias recientes, vividas y contadas por terceros, me permiten
afirmar que la respuesta a estas preguntas no es sencilla, ni remotamente
definitiva. Es un tema bastante complejo, por sus conexiones con otros
problemas, que todavía congestionan la mente de nuestros pensadores.
No se le puede pensar de una manera aislada, y no es un tema de interés
nacional.
Una de las características, que esta conducta adquiere,
al materializarse dentro del ambiente académico es su desconcertante
mimetismo con exigencias laborales. Lo que sigue trata de ilustrar alguna
de sus manifestaciones cotidianas en el ámbito laboral; trata de
entender la ganancia afectiva recibida por quienes la practican. La imagen
real de la universidad, y no la inventada por esa oficina llamada “imagen
institucional”, está cambiando. Autoridades prejuiciosas (como los
guachis de la discoteca) y la presencia del mamut son sólo algunos
de los síntomas.
2. Escenas católicas ó danza del mamut
? En algunas facultades se hace recomendaciones al nuevo personal: vestimenta
adecuada entre otras. Si no aceptan estas sugerencias se les invita a dejar
el trabajo. En el fondo son reglas. No se dicen de manera explícita,
ni están escritas, pero las autoridades y su red de informantes
solapados se encarga de velar por su estricto cumplimiento.
? En el universo de personajes-autoridad (sea en el sistema académico
ó en el burocrático-académico), podemos encontrar
a aquellos que creen que su cargo les da derecho a maltratar, verbal o
psicológicamente, a las personas que tienen bajo su responsabilidad.
Es el síndrome del ingeniero limeño en una provincia marginal.
? Los agentes de seguridad, guachimanes uniformados de estricto marrón
ó impersonal terno, ubicados en todas las puertas de acceso a la
universidad, son un ejemplo cotidiano. Ellos tienen la autoridad –institucionalizada-
para revisar las mochilas de las personas que crean sospechosas, darles
pase ó no, y pedir documentos a discreción. Y todo esto guiados
únicamente por los designios de los prejuicios que circulen en sus
“experimentadas” mentes. Experiencia muchas veces obtenida en los dominios
del mamut. Ellos detectan sospechosos con solo mirarlos; una capacidad
hasta ahora sólo conocida en el fantástico mundo de superman:
la visión de rayos X contra malhechores.
? Las secretarías personales de nuestras autoridades son cosa
seria. Ellas no tienen que tratar regularmente con alumnos. En la representación
mental que estas señoritas (y señoras) tienen de la subsociedad
universitaria y sus relaciones internas, sólo pueden reconocer que
los alumnos quieren sacar provecho a una situación o simplemente
quieren joder. La amabilidad es un lujo que sólo se permiten frente
a sus jefes.
? En las cafeterías existen las llamadas zonas VIP y se pueden
apreciar en toda su dimensión. En estos espacios se suelen observar
subclases sociales juntas, pero no revueltas. Algunos cartelitos como:
"no se permite el ingreso a personas no autorizadas", "zonas reservadas
para profesores"; macetas convenientemente dispuestas ó un funcional
biombo definen los límites de un territorio. Así se declara
un coto VIP en la PUCP. Estos instrumentos cumplen la misma función
que los arboles meados por los perros en los parques, definen un espacio
en el parque público. En esas zonas, docentes y personal administrativo,
entre otras especies académicas de abolengo, tienen el lujoso servicio
de servidumbre. Domésticos correctamente uniformados (generalmente
del biotipo marginado por el mamut) se encargan de satisfacer los requerimientos
de estos comensales privilegiados y con prisa por volver a sus dignas labores.
¿De qué ó de quién protegen estas zonas reservadas
a sus parroquianos?, ¿qué tratan de evitar los docentes y
administrativos de nuestra universidad?, ¿se busca acaso mantener
una distancia entre alumnos y profesores, alumnos y personal de talleres
y de limpieza?, y si ese es el caso ¿por qué?, ¿qué
se teme?
? Bajo la satisfecha sonrisa del mamut se construyó hace poco
un local llamado "de maestranza" (no confundir con maestría). Un
pabellón bien lejos del resto de las construcciones de la universidad,
que sirve de almacén y concentración de personal. Se añadió,
además, un segundo piso en el que funciona un enorme comedor. Todo
esto apartado del alcance visual de quienes pagan por estar en esta institución,
de esta manera se "daba su lugar a los trabajadores". La misma función
cumple la caseta de guachimanes, una cabaña hundida en el bosquecito
de eucaliptos, al borde del camino marginal que se nos ofrece a la entrada
principal de la PUCP. Nadie nota su presencia, parece que nadie quiere
notar su presencia.
? El personal de limpieza, los rojitos, tiene un carácter invisible-social,
gente sin rostro ni individualidad. El mamut en su caso no conoce sutilezas.
Comen a escondidas, después de las 3:00 p.m., cuando las cafeterías
se desocupan, a veces en rincones de los pabellones, lejos de las miradas
insolentes de algunos computañeritos universitarios. Pronto una
encantadora autoridad universitaria va a construirles un comedor, bien
lejos.
Se pueden hacer muchas interpretaciones de estos hechos aislados. Pero
cuando los miramos todos juntos, es posible intuir algunas motivaciones
(de aliento clasista) que rigen estas conductas: todos tienen que darse
su lugar, la gente que paga escala alta tiene derecho a un paisaje social
decente; la universidad a través de sus autoridades se encargará
de velar para que estos derechos no sean pisoteados. A veces lo hará
con la torpe sutileza de los argumentos absurdos, otras solo torpemente.
Esta es la discreta presencia del pensamiento mamut en la universidad,
ésta es su grotesca danza.
Desarrollemos unos pocos detalles de algunas de estas escenas:
La autoridad desbocada
Una secretaría académica juzga a las personas por
su apariencia. Y no sólo eso, de una manera poco delicada –como
se merece este asunto- emite su juicio prescindible y relativo frente a
terceros. No tiene conciencia de su conducta mamut. Tal vez piense que
la amabilidad y la consideración por el otro dependen de qué
“otro” sea. En el fondo, debe creer que en su oficina, en su cuartel,
todos no son iguales. Esto puede provocar diferentes reacciones, algunas
de ellas pueden ser calificadas de “violentas” por las autoridades. Al
parecer no es posible mostrar desacuerdo con la manera en que las normas
establecidas se hacen cumplir. Algunas de ellas ligeramente absurdas. Aún
frente a ellas debemos mostrar aceptación, sin puntos de vistas
dispuestos a evolucionar, sin discusión, una típica organización
vertical. No hay equilibrio laboral, los jefes y subalternos trabajan dentro
de un ambiente autoritario (¿será esto también un
rasgo del mamut?). Ese es uno de los puntos débiles de las relaciones
laborales actuales; a uno lo pueden botar cuando quieran, y no hay manera
de evitarlo. Los compañeros no pueden mostrar su solidaridad abiertamente,
pues están maniatados por el temor a perder su trabajo. No se puede
cuestionar reglas absurdas cuando cada seis meses caemos en la incertidumbre
de la renovación del contrato que depende exclusivamente de la institución
cuestionada. No hay una vía para quejarse de los abusos, estamos
solos en esta denuncia. Una pregunta que cabe dentro de esta perorata es:
¿tenemos derecho al trabajo dentro de la PUCP?, de su respuesta
depende el nivel de comprensión hacia nuestra situación.
Alegre racionalización de un prejuicio
Una autoridad universitaria exige buena presencia para los trabajos
ofrecidos por la universidad. Su argumento es: actualmente el mercado lo
exige. ¿Cómo se puede pedir una vestimenta “adecuada” en
un país como el Perú, donde es harto conocida la diversidad
de culturas y costumbres?, ¿qué significa ropa “adecuada”
para un taquileño, para un lameño, para un bora?. O es que
se pretende excluir a estos grupos sociales (los ejemplos son deliberadamente
exagerados para ilustrar la idea). Esta autoridad añade: los profesores
deben diferenciarse de los alumnos (algo así como uniforme informal),
los docentes no deben parecer alumnos, ¿cuál es el peligro?,
¿qué temen nuestras autoridades?, el alumno, prosigue la
autoridad, no debe pensar que su profesor está haciendo sólo
un cachuelo (los jóvenes de hoy son lo suficiente perspicaces y
agudos para saber que el hábito no oculta al monje conchudo). Se
“recomienda” que se vistan de una manera (solo definida de manera negativa:
este pantalón no, este polo no, estas zapatillas menos, etc.), pero
en el fondo es una norma que todos deben cumplir. Aunque las razones y
motivaciones de esa norma sólo sean claras para la persona que la
defiende (¿qué es vestirse bien? ¡por favor una respuesta!).
Este es el mismo esquema mental que dirigía la conducta de los agentes
de la discoteca mamut, dejaban pasar sólo a los “socios”, a los
“otros” no. Juzgaban de una manera arbitraria y oscura.
No estamos de acuerdo en que el profesor, aquel que representa
a la universidad en un salón de clases, tenga una distinción
visual, las distinciones se ganan con actitudes, con interacciones concretas,
con la forma de ofrecer el conocimiento. Según esto debe existir
una distancia entre profesores y alumnos, la elegancia crea distancia dicen
los expertos en modas, distancia... , darse su lugar en el escenario social...,
casi es lo mismo. Este argumento justificaría también, la
existencia de zonas VIP en esta universidad, la existencia de un pabellón
para el personal de mantenimiento con su comedor, bien lejos, y otras construcciones
no menos vergonzosas.
Es curioso cómo, entre las razones que se dan para negarte
un puesto de trabajo, se encuentra ésta, la falta de ropa adecuada
para exteriorizar un rol de autoridad, pero la desazón es aún
mayor cuando la misma universidad que te sometió a sus moldes educativos,
te rechaza a través de una de sus autoridades. Te dice como justificándose:
“hemos detectado que nuestros egresados pierden puestos de trabajo por
no saber manejarse en situaciones de conflicto, reaccionar agresivamente
en ningún caso es justificable, y no saber presentarse adecuadamente
vestidos a entrevistas y al trabajo diario”. Luego te despiden y buena
suerte, el mercado laboral está abierto para todos (una escena digna
de Buñuel). Es decir, la universidad te forma bajo un perfil que
ella misma no requiere, como si en una fábrica un producto fuese
vendido durante mucho tiempo con una falla. Los “expertos” de control de
calidad detectan finalmente la falla. Se toma una decisión drástica
y necesaria: desechar la producción. El producto es retirado del
mercado y se pide disculpas a los consumidores. El detalle es que
el producto de la universidad somos nosotros, personas.
3. El papel principal de los extras (sólo una inútil exhortación)
Hay en esta universidad expresiones mamut. Y las personas que solo murmuran
estos hechos, sin hablarlos abiertamente forman el coro necesario para
legitimar esta comedia que nadie cree poder cambiar. La labor es, entonces,
identificar de una vez por todas estas conductas, hablar de ello abiertamente.
Lograr que todos puedan reconocer sus signos vitales en las calles, que
los actores principales no sigan en su error. Estas personas, tal vez ingenuamente,
creen no estar cometiendo falta alguna, pero se equivocan. No nos hacen
ningún bien aconsejándonos sobre la manera como comportarnos
en un sistema de relaciones sociales medieval, que impide la dinámica
creativa de una universidad decente. No podemos seguir tolerando estas
prácticas. Tenemos los elementos necesarios para combatirlas, juventud
e inteligencia dispuesta (si así lo quieren) para señalar
su vil existencia, y no permitir que las cosas sigan como hasta hoy.
4. Canción infantil (tema de fondo para los créditos)
Los famas jugaban a la ronda en el patio
recién inaugurado
limpio y moderno
juguemos a la ronda mientras que el lobo está, oso está,
¿Oso qué estas haciendo?
¡buscando mis brazos!
juguemos a la ronda mientras que el lobo está, oso está,
tri-la-la, tri-la-la
¿oso qué estas haciendo?
¡buscando mis orejas!
juguemos a la ronda mientras que el lobo está, oso está,
¿Oso qué estas haciendo?
¡buscando mis ojos!
juguemos a la ronda mientras que el lobo está, oso está,
tri-la-la, tri-la-la
¿oso qué estas haciendo?
¡buscando mis dientes!
juguemos a la ronda mientras que el lobo está, oso está,
¿oso qué estas haciendo?
saliendo a buscarte
mientras oso salía
los famas huyeron despavoridos
oso no sabía por qué
vio como el patio quedaba vacío
(...)
entonces oso invitó a sus amigos cronopios
y juntos corrieron y saltaron
llenaron el patio de sus juegos
y los famas de lejos, observaban
(...)
al final hicieron como los famas:
una alegre ronda.
FIN